La cocina mexicana, considerada una de las cuatro grandes gastronomías del mundo, es una experiencia que ningún viajero debería perderse en la Riviera Maya. Más allá de disfrutar las playas caribeñas, tomar una clase de cocina local se convertirá uno de esos recuerdos imborrables que te llevarás de México.

En nuestra reciente aventura culinaria, elegimos el taller de Co.Cos Kitchen en Playa del Carmen. Confieso que no soy precisamente un prodigio en la cocina (¡mi novio hasta me hizo prometer que no incendiaría el lugar!).

Pero todas las preocupaciones se esfumaron al llegar: el estudio brillaba con utensilios impecables, delantales tiesos como manteles de gala y ingredientes frescos organizados con precisión militar. Hasta tenían recetarios bilingües (inglés/español) para nosotros, los mortales.

Estudio de cocina profesional en Playa del Carmen

El espacio donde la magia sucede: estudio equipado con tecnología y tradición. Foto: RivieraMaya.mx

Preparativos para la clase: recetarios y delantales

Todo listo: recetarios y delantales de chef que hasta el menos experto se siente profesional.

Ingredientes frescos para la clase

El arcoíris de sabores: desde chiles poblanos hasta granadas desbordantes de granos como rubíes.

Nuestra chef-instructor, originaria de Monterrey, nos recibió con calidez. El grupo éramos 4 alumnos -yo siendo la única que hablaba castellano-, así que optamos por la clase en inglés.

La jornada se dividió en dos actos: primero la preparación de Chiles en nogada y guacamole (¡varían según temporada!), luego una inmersión en el universo del chile y una cata premium de tequila y mezcal.

ACTO I: Entre chiles y aguacates

El guacamole fue nuestro calentamiento. “¡Trituren los aguacates con amor, no con furia!”, bromeaba el chef mientras supervisaba cada paso. Pero el verdadero reto llegó con los Chiles en nogada, el platillo patriótico por excelencia que se sirve en fiestas nacionales.

Técnica ancestral de asar chiles

El ritual del asado: chiles poblanos danzando sobre las llamas para quitarles la piel

Rellenando los chiles con picadillo

El arte del relleno: mezcla de carne, frutas secas y especias que huele a tradición centenaria

El secreto está en la nogada -esa salsa cremosa de nuez- y en el toque final: granada y perejil para recrear la bandera de México.

¿El resultado? Un sabor que te hace querer abrazar a tu vecino de clase. Con vino tinto de acompañante, ese primer bocado fue pura poesía gastronómica.

Chiles en nogada del chef

La obra maestra de la chef: cada chile, un monumento a la cocina conventual

Chiles en nogada caseros

Mi creación final: ¡Hasta a mi abuela se sentiría orgullosa!

ACTO II: Fuego y destilados

La segunda parte fue una clase maestra sobre la cultura del chile. Sobre la mesa: desde suaves poblanos hasta habaneros que retan al más valiente.

Variedades de chiles mexicanos

El mapa genético de México: más de 200 variedades de chiles que definen parte de la identidad mexicana.

El gran final fue una cata de tequila y mezcal que derribó mitos. ¡Olvídense del tequila con limón y sal! El verdadero arte está en saborear los matices: desde un tequila añejo con notas de vainilla hasta mezcales artesanales con gusano -sí, ¡ese insectito en la botella se come!

Cata de destilados mexicanos

Cada gota cuenta la historia del agave.

Tequila vs Mezcal: La batalla de los espíritus del agave

Materia prima: El tequila usa exclusivamente agave azul. El mezcal permite hasta 30 variedades, siendo el espadín el más común. Producción: Industrial vs artesanal. El mezcal se cocina en hornos de tierra, dándole ese humo característico.

Plantación de agave azul

Los campos azules de Jalisco: donde el agave se convierte en tequila. Foto: Sergio Niebla

El ritual de beber. Nada de limón y sal. Los puristas lo toman “sangrado” -en vaso ancho para liberar aromas- a temperatura ambiente. El mejor complemento: una buena conversación.

Cuatro horas volaron entre cuchillos, risas y sorbitos de mezcal. Más que una clase, fue un viaje sensorial que un restaurante no puede igualar.